Cinco meses han pasado desde que José Ángel Alvarado Favela recibió una llamada telefónica que lo obligó, a él y a su familia, a abandonarCiudad Juárez, Chihuahua.
“Nosotros tenemos a tu hijo y está vivo, te vamos a matar como a un perro a ti y a tus hijos. Tienen 12 horas para dejar la casa y la ciudad, si no, los matamos a todos porque están hablando demasiado”, le dijeron el 29 de enero de 2011, casi un año después de que su hijo José Ángel, de 30 años, y sus sobrinas Rocío Irene, de 28, y Nitza Paola, de 31, fueran secuestrados por un convoy militar en el municipio de San Buenaventura, cerca de Ciudad Juárez.